Yo no he visto ninguno, pero es un artilugio interesante era muy usado en el pueblo hasta los años 60 ó 70. Consistía en un palito (Según la RAE solía ser de torvisco que en el pueblo lo llamamos trovisco) de un tamaño parecido al de un dedo meñique de la mano y tenía atada una cuerda de unos 40 cm. de larga a cada extremo.
¿Qué para qué servía un invento tan sencillo? Aquí está lo curioso: servía para que los corderos pudieran comer pero no pudieran mamar. Sencillamente fantástico.
El betijo se colocaba dentro de la boca del cordero ––como si fuera el bocado de un caballo–– y se sujetaba con las cuerdas a su cuello o a los cuernos para que no se cayera. Cuando el cordero iba al campo podía pastar tranquilamente, pero no podía aprovechar la cómoda leche materna que estaba destinada al preciado queso.
Yo, siempre que oigo algún caso de corrupción en política (y ahora es cada día), me acuerdo del betijo. A cada político deberíamos ponerle uno; eso le permitiría comer, pero no podrían “mamar”.
Pedro Berrocal
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