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Historia recopilada por el profesor Herminio Ramos


VALDEPERDICES: LAS PRIMERAS TIERRAS DEL SEÑORÍO ECLESIÁSTICO

Valdeperdices es uno de los primeros lugares que aparecen  vinculados a nuestra diócesis de la nueva fundación del Rey Alfonso el Magno. Su nombre, sus tierras y sus vasallos van a ser los primeros de la naciente diócesis en la llamada Edad Media. Y a pesar de su lejano origen, escondido en su refugio sobre el Esla, ha  formado una unidad con sus vecinos a la sombra de San Pedro de la Nave, paso y refugio sobre el río hasta la llegada de la gran revolución industrial, donde no sólo las tierras, sino también las piedras, venerables testigos de la historia, van a sufrir la lenta invasión de las aguas, en aras del progreso. En su rincón, tierra y vasallos han vivido las vicisitudes de la historia en silencio. Y sólo la última convulsión del siglo pasado pareció inquietarles brevemente, para volver, luego, a su quietud y a su vida. Sin embargo, en los más antiguos documentos conservados, Valdeperdices figura entre los primeros, quizás por  su situación frente al río, en decidir su propio destino.


SUELOS MODERNOS


El pequeño término de Valdeperdices correspondía, en su totalidad, a terrenos primarios el “Ordovicio” Medio y Superior, constituidos por pizarras, sobre las que destacan arcillas arenosas del “Mioceno Medio”. Es difícil establecer, en muchos casos “ordovicenses y silúricos”, por su uniformidad en la dirección dominante Noroeste, debido al entrelazado que existe entre estas rocas, como consecuencia de lo complicado de los plegamientos hercinianos y las posteriores fracturas del plegamiento alpino. No obstante, el Esla se fue  introduciendo  muy próximo  a las zonas de contacto, quedando una parte de estas rocas en su margen izquierda, sobre cuyos terrenos descansan las tierras de Valdeperdices.

Las arcillas arenosas miocénicas, que se acercan por el Noreste de su término,  constituyen los bordes del “Mioceno” que forman  las Tierras del Pan en los manchones del norte del Duero y son las tierras aptas para el cultivo de cereales y de la vid, principalmente.

La descomposición de las pizarras de lugar a relieves muy redondeados, sólo el roquedo aparece en toda su agresividad allí, donde pizarras y cuarcitas se intercalan. En cuanto a la composición de los terrenos terciarios, están constituidos, principalmente, por materiales detríticos gruesos y muy gruesos con matriz arenosa, gredosa y arcillosa más el principal componente, el cuarzo.

La vegetación principal la ocupa el roble y la encina, a pesar de la deforestación constante, hasta hacerlo desaparecer prácticamente, es  zona   de transición, donde aparecen las especies entrelazadas, aunque el límite geográfico entre una y otra especie lo marque el Esta. La escoba o la retama brota espontáneamente en laderas y lindes, y de los cereales, el trigo y la cebada y antaño las legumbres, con los pastos dedicados al ganado lanar y vacuno. El término, dividido en dos hojas, como ha sido tradicional, bajo la fórmula, muy usada entre las gentes del campo de “año en vez”, o sea, de la  hoja y el barbecho.

El Esla invadió las partes bajas de sus riberas, donde los huertos y linares constituyeron, un día, el elemento fundamental  de su vida y desarrollo. Hoy, la silueta del gigantesco embalse da la sensación de un multitudinario dragón de miles de cabezas y de brazos que constituyen un caprichoso dibujo sobre las hojas de los mapas.


EL PUEBLO, UN LUGAR ESCONDIDO


Su altitud media anda sobre los 700 metros. El mismo  lugar está a 715. De Sur a Norte, corre el Arroyo del Roble, que pasa lamiendo las casas del pueblo por el Este, conservando, en su pagos, una rica colección de nombres, tan significativos  como interesantes.

Valdeperdices es una pequeña fortaleza escondida entre las primeras irregularidades que el Arroyo del Roble ha excavado camino del Esla. Las pizarras afloran, de cuando en cuando, formando crestones de ocre oscuro y como sembrados a voleo, los restos de cuarzo blanco y lechoso de los terrenos silúricos, un blanco exagerado,  que destaca sobre el terreno a larga distancia y que, cuando forma parte de las construcciones, le da un aspecto de insólito capricho. Las calles son laberínticas como corresponde a un núcleo concentrado alrededor de su iglesia que apenas destaca sobre el caserío.

La cuesta es la característica principal de la geografía urbana y, por abajo, pasa el Arroyo lamiendo las casas, clavándose y haciendo su camino por las pizarras del subsuelo. Los restos de algunas alamedas(1)  señalan el cauce  que han marcado los huertos en su caminar hacia el río. (1) Por ejemplo, lo que en el pueblo llamamos Los Huertos; antaño vivos y llenos de negrillos esbeltos y hoy muertos por la enfermedad de la grafiosis, que se han convertido en un recinto plagado de maleza inmpenetrable (Jose m Gregorio)

Dos elementos constituyen, fundamentalmente, la materia prima de sus construcciones: de un lado, la pizarra que, cuidadosamente colocada, le da un aire de cuidada mampostería mientras, en medio, y alternando con la geométrica estructura de las pizarras, aparecen, de vez en cuando, los cuarzos blancos, tan blancos  como su propia estructura y que rompe la oscura fábrica de las antiguas construcciones. Antes de llegar los materiales modernos del ladrillo y el cemento, estos pueblos, asentados sobre terrenos de pizarra, ofrecían un aspecto de uniforme cromatismo que les caracterizó siempre, ofreciendo una belleza distinta que no siempre es  apreciada, siendo una de las características más destacadas.

Su iglesia es un sencillo monumento, donde los mismos elementos de la pizarra y el cuarzo constituyen el elemento de su fábrica. Apenas si destaca en algunos sillares, que vemos en la pequeña espadaña que la remata. Un pequeño portal le sirve de entrada y un sencillo arco de medio punto, al lado del mediodía de la entrada. Está formada por una sola nave, dividida en dos cuerpos: la cabecera, que constituye la mitad de la nave con cubierta de madera a cuatro grados y un arco apuntado que nos sitúa en los albores del siglo XIII, la separa  del resto,  rematada, al fondo por una sencilla tribuna.  Un retablo mayor, de un solo cuerpo y muy sencillo, corresponde al siglo pasado de estilo neoclásico, Al lado de la epístola se encuentra otro similar y en el del evangelio, el que ocupa una imagen de bastidor, cuya fiesta se celebra, según la tradición, en la última semana de septiembre; es la fiesta del Ofertorio, fiesta dedicada al Rosario, y que nace como consecuencia de la famosa Batalla de Lepanto (7 de octubre de 1571), fiesta que se ha conservado por tradición con más fuerza en las zonas ganaderas que en las de Campos de Pan, aunque, en este caso, Valdeperdices corresponda a esta última.

La iglesia está dedicada a la Virgen de  la Asunción, y tuvieron derecho de presentación sobre los Benitos de Zamora. El señor Avelino Nieto nos recuerda que en la sacristía se conserva una cruz parroquial, de metal, con adornos tribulados. En el árbol y en los  brazos de la misma, tuvo relieves que se han perdido. En el anverso está el Crucificado y, según todas las características, corresponde al gótico, entre el siglo XIII y el XIV. Al lado Norte, hay restos del Sagrado, lo cual nos indica que, alrededor de la iglesia existió, como de costumbre, el cementerio. Nota: Esta es la descripción de la antigua iglesia. Hoy, restaurada completamente, sólo conserva de la antigua el campanario. (Jose m Gregorio)


UNA LARGA HISTORIA


Valdeperdices, es uno de los núcleos de población más antiguos que podemos localizar y documentar en los alrededores de la ciudad de Zamora fundada por Alfonso III en el 893, ya que el primer  documento corresponde al año 907 y el núcleo ya estaba consolidado como tal. Don Claudio Sánchez Albornoz, en su obra tantas veces citada, “Despoblación y…” nos dice: “En el año 907, Alfonso III dio la Villa de Perdices al Monasterio de San Pedro y San Pablo fundado en el lugar de Tunis, territorio de Zamora, que por su identificación geográfica se identifica con un nuevo cenobio surgido junto a la vieja y abandonada iglesia de San Pedro de la Nave. Y parece  seguro  tal abandono, porque la iconografía de la misma no permite suponer que hubiese sido primitivamente consagrada al Príncipe de los apóstoles”.

Alfonso III dona todas estas tierras del norte del Duero a la renacida diócesis. Tierras y vasallos que van a permanecer unidos como señorío eclesiástico a la iglesia, hasta la época de la desamortización de Mendizábal.

Tierras y vasallos construyeron, fundamentalmente, una de las primeras propiedades de la Diócesis, más las dehesas. Y los cotos y dehesas que rodean estos términos, constituyen la mejor prueba de lo que nos dicen los primeros  documentos.

En el Archivo de la Catedral de Zamora, se conserva un documento que lleva fecha de 1222, por el que vemos que el abad Pedro y el Convento de Celanova, llegan a un acuerdo con el arcediano de San Isidoro sobre el valor de pedido y de la procuración correspondiente a éste, en las iglesias de Valdeperdices y de San Pedro del Esla. Dichas iglesias pagarían anualmente una fanega de trigo, otra de cebada y una más de centeno.

La última etapa desamortizadora, corresponde a la adquisición, por los pueblos  colindantes del llamado Monte concejo, lugar que, por otra parte, va ya vinculado a la famosa tradición  del martirio de San Boal y 62 compañeros, el año 280 de nuestra era, con fecha del 20 de abril y, cuyos restos, según los investigadores, se conservaban en la iglesia de San Torcuato.

El Monte concejo fue parcelado últimamente, y las parcelas fueron adquiridas por los pueblos colindantes. Así, Valdeperdices adquirió las parcelas números 6,7,8 y 9. Posteriormente, de las cinco parcelas adjudicadas a la familia Martín Pascual, Almendra adquirió la 14 y 15, mientras que  Valdeperdices  adquirió las 11, 12 y 13.

Vinculado siempre administrativamente a San Pedro de la Nave como cabecera de ayuntamiento, las obra del embalse de Ricobayo, produjo un cierto desajuste humano y económico. Desajuste que se va a compensar, relativamente, a lo largo del periodo de obras y la proximidad de la capital. Sin embargo, a pesar de  esta cercanía, Valdeperdices va a tardar mucho tiempo en disfrutar de escuela primaria, hasta bien entrado el siglo. Su discreto aislamiento le ha hecho pasar como desaparecido en su histórico rincón.


SUS CENSOS DE POBLACIÓN MÁS CONOCIDOS


Dependiente, desde el final del siglo IX, de la Diócesis, y constituída una unidad con el resto de los núcleos de Almendra (San Pedro de la Nave) y el Campillo, muchas veces aparecen juntos en las relaciones de población. Sin embargo, se pueden determinar sus pobladores, con bastante exactitud, a partir de 1530, primer censo en el que estas tierras aparecen censadas. Es la época del emperador Carlos V.

En  este censo, Valdeperdices aparece censado unido a Almendra, con un número muy reducido de pecheros, solamente 12 para los dos pueblos. Esto nos indica  que son dos pequeños núcleos de población, o mejor dos despoblados.

Sin embargo, en 1591, ya son 24 los pecheros, más un clérigo, lo que indica que la población se había duplicado en dos años. Ya a mediados del siglo XIX, Pascual Madoz separa ambas poblaciones, dándonos, para Valdeperdices, 16  casas con 14 vecinos y 60 almas. Una población que, 30 años más  tarde, el profesor Carabias va a fijar en  30 vecinos y 160 almas. Se advierte un proceso lento de crecimiento demográfico, pero que será constante dentro de nuestro siglo XX.

Con el fin de clarificarlo, tomamos cuatro censos con un doble significado. El primero, después de la peste de 1918, el de 1960 que indica la gran emigración del mundo rural hacia las zonas de  servicios y el  mundo urbano, juntamente con el de los años y el  de 1982 que nos sitúa en la última etapa del siglo y que marca el equilibrio del mundo rural.

Así, en 1920, Valdeperdices cuenta con 287 habitantes, no le afectó tanto la peste antes citada. Se da un aumento en la década de los años 60, alcanzando los 383 habitantes, notándose un ligero descenso en la década de los 70 que baja a 341.

Sin embargo, en el censo de 1981 baja a 280. En  1996 la población se cifra en 200 habitantes. Por otra parte,  no juzgamos la  edad de la población ya que sigue el  envejecimiento común de  todos los pueblos de la provincia.

Las  nuevas  técnicas de explotación ganadera, e incluso de la agricultura, junto a la proximidad de la Capital, posiblemente estabilizarán la población de Valdeperdices, fenómeno que no se va a producir en otros pueblos más distantes.


Herminio Ramos Pérez

“El Correo de Zamora (19 de agosto de 1990.

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